Cuando la cesta de la compra obliga a renunciar a derechos básicos

 

En España, miles de familias no están ajustando sus hábitos de consumo por elección, sino por necesidad. La presión del coste de la vida está redefiniendo qué significa cubrir lo básico, hasta el punto de que alimentarse de forma saludable o garantizar una nutrición adecuada a bebés y menores se convierte en un lujo inalcanzable.

Así lo pone de manifiesto el reciente informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES), que analiza la pobreza desde una perspectiva menos habitual pero profundamente reveladora: los gastos reales que asumen los hogares.

Vivir para pagar: alimentación y vivienda absorben casi todo

Los hogares en riesgo de pobreza y exclusión social destinan cerca del 60 % de su gasto total únicamente a alimentación y vivienda. Este dato, por sí solo, evidencia una realidad estructural: cuando la mayor parte de los ingresos se consume en sobrevivir, desaparece cualquier margen para el resto de derechos básicos.

La vivienda —alquiler, suministros y energía— concentra más del 40 % del gasto, mientras que la alimentación representa casi una quinta parte del presupuesto familiar. El resultado es un equilibrio extremadamente frágil, donde cualquier imprevisto rompe la estabilidad económica y personal.

Comer peor no es una decisión, es una consecuencia

Lejos de mitos recurrentes, las personas en situación de pobreza no gastan más ni de forma irresponsable. Gaston menos, pero renunciando a calidad, salud y bienestar.

El informe muestra cómo muchas familias se ven obligadas a eliminar o reducir de forma drástica:

  • Pescado fresco.

  • Carnes de mayor calidad, como la de vacuno.

  • Productos de charcutería.

  • Alimentación específica para bebés.

La estrategia de compra se orienta a productos más baratos y calóricos, en detrimento de opciones nutricionalmente recomendables como frutas, verduras o proteínas de calidad. Esta situación incrementa el riesgo de déficits nutricionales, especialmente preocupantes en hogares con niñas, niños y adolescentes.

La vivienda como factor clave de empobrecimiento

El acceso a una vivienda digna se consolida como uno de los principales motores de la pobreza en España. El aumento sostenido de los alquileres y los costes energéticos obliga a muchas familias a tomar decisiones extremas: calentar el hogar o llegar a fin de mes.

La pobreza energética no es solo una cuestión económica, sino de salud, dignidad y cohesión social. Cuando el hogar deja de ser un espacio seguro, la exclusión se cronifica.

Mirar la pobreza desde los gastos cambia el diagnóstico

Uno de los principales aportes del informe es cuestionar los indicadores tradicionales basados únicamente en ingresos. Analizar la pobreza desde los gastos permite entender mejor el impacto real del coste de la vida y detectar desigualdades invisibles en las estadísticas convencionales.

Este enfoque abre la puerta a herramientas clave como:

  • La definición de cestas de bienes y servicios básicos realistas.

  • El desarrollo de presupuestos de referencia adaptados a contextos de vulnerabilidad.

  • La posibilidad futura de un IPC ajustado a los hogares en situación de pobreza, que refleje de forma más justa el impacto de la inflación.

Políticas públicas basadas en el coste real de vivir con dignidad

El informe apunta con claridad a la necesidad de respuestas estructurales: garantizar el derecho a la vivienda, reforzar la protección frente a la pobreza energética, asegurar una alimentación saludable y accesible, y proteger los servicios públicos como pilares de la inclusión social.

Todo ello con una mirada transversal que incorpore la perspectiva de género, el impacto del tiempo disponible para el autocuidado y las desigualdades territoriales.

Reflexión final: datos para transformar sistemas, no para normalizar la pobreza

Este análisis no solo describe una realidad alarmante, sino que interpela directamente a cómo diseñamos políticas, servicios y sistemas de protección social. Cuando una familia deja de comprar pescado o alimentación infantil, no está ajustando su consumo: está perdiendo derechos.

La digitalización del Tercer Sector, la mejora de la trazabilidad del gasto social y el uso inteligente de datos pueden y deben jugar un papel clave para diseñar respuestas más justas, eficientes y alineadas con el coste real de vivir con dignidad.

Para profundizar en los datos, el enfoque metodológico y las conclusiones completas, recomendamos consultar el informe íntegro de EAPN-ES, una lectura imprescindible para comprender por qué combatir la pobreza no es solo una cuestión de ingresos, sino de justicia social y diseño de políticas públicas basadas en la realidad.